viernes, 3 de enero de 2014

La realidad efectiva, la Gran Estafa

“Sonó el teléfono otra vez. Fue a atender para que no se despierte Brisa. “Hola ¿Con la señora Gonzalez? ¿Se encuentra la señora Gonzalez? La estamos llamando del estudio del Dr. Penna por una deuda que la señora mantiene con Tarjeta Shopping. Ya le enviamos varias notas de reclamo y no tuvimos respuesta. Esta llamada es para avisarle que su asunto va a pasar a la parte de legales en el término de cuarenta y ocho horas. Si se presenta a abonar en el día de hoy le hacemos una quita del treinta por ciento del valor nominal de la deuda.” Belén dejó que la voz chillona de empleada mal pagada continuara su discurso sin prestarle atención, contó hasta diez y cortó. Esos llamados eran cada vez más seguidos así que desconectó el aparato.”
El camino de Belén (Fragmento)


¿Ficción literaria o un paneo de la realidad efectiva que viven miles de personas? Estas situaciones que cito son mucho más comunes de lo que todo el mundo cree. La sociedad funciona dentro del sistema capitalista y este sistema se nutre de la relación simbiótica entre el consumo y la producción de bienes y servicios. Hasta ahí todo muy lindo. Pero el asunto es que para “pertenecer” hay que “tener” y nos fuerzan a consumir cada vez más bienes y servicios (en su mayoría absolutamente innecesarios). Oka. Ese es otro tema que deberían analizar sociólogos, psicólogos y economistas y no es mi metier.
 Yo escribo relatos...

“Su distracción es mirar la tele. Compró una de 24 pulgadas y un aparato de DVD. Se metió en un préstamo y como le advirtió Amanda, ahora estaba pagando el doble. Hace dos meses que no llega con la cuota, los intereses se le fueron al carajo y los del banco lo amenazan por teléfono. Quería pensar en otra cosa, pero no se lo podía sacar de la cabeza.”
““Escuchame una situación Cabrales, ésta es una empresa seria ¿Me entendés?” Le dijo el jefe de personal con cara de perro. “Yo no sé en que cosa te metiste, pero no soy tu secretaria ¿estamos? ¿Que es eso de que te llamen acá unos abogados para decir que tenés una deuda de no se que mierda? ¡¿A mi que carajo me importa si tenés una deuda?!” Gritó golpeando el escritorio de la administración rebalsado de papeles.  “Mirá, todavía no informé de esto a nadie, pero arreglate con esa gente porque si te llaman de vuelta voy a tener que hacer algo ¿Me entendés? Eso pasa porque ustedes los negros son todos iguales... Tienen paladar para jamón crudo y el bolsillo les da para mortadela... Y no se te ocurra pedir adelanto, que ya te veo la intensión...””

Segunda vuelta (Fragmento)


A lo que voy concretamente es a que el laburante, el ciudadano medio, lo que Ortega y Gasset llamaba “el hombre masa” (aunque en un tonito medio facistoide), el tipo alienado que va “de la casa al trabajo” es bombardeado constantemente por publicidades y “Propaganda” de “cosas que no podés dejar de tener” para “disfrutar de la vida hoy”. Entonces ahí va Cachito a comprar el Mega-Guachi-Súper-Celular con comunicación satelital a Ganímedes y sacacorchos incluido, pero que tiene una señal de mierda y lo paga cinco mil pesos para que después la empresa telefónica lo recague cobrándole cualquier cosa que nunca va a poder analizar y brindándole un servicio ultra deficiente. O se compra las últimas Altas llantas Sónicas con GPS bonificado y se le rompen al mes y medio de uso. ¿Cómo compra esos bienes y servicios con su magro sueldo de laburante? ¡EN CUOTAS! Claro, con la tarjeta de plástico de segunda marca y sin respaldo que le regalaron en la esquina. Sí, te REGALAN las tarjetas de crédito. “Hordas de notables con los secretos para hacer un negocio tan pequeño y simple como vos. (Toxi-Taxi, Patricio Rey)”.

Antes el negocio era cuidar la guita entonces para darte una tarjeta te ponían tal cantidad de requisitos que era prácticamente imposible tener una. Ahora el negocio de las financieras y de los bancos es generar DEUDA. El negocio es el Sobre-Endeudamiento. Que la gente gaste más de lo que puede y se endeude para después poder cobrarle intereses por su morosidad. Por eso le regalan esos plásticos a cualquiera. Créditos a sola firma. Y la mierda en bote. No voy a hacer una apología de no pagar las deudas. Hay que pagar. Pero pagar LO JUSTO y NO lo que las empresas te imponen con planes de pago y re financiaciones. Y además sobre los intereses altísimos y absolutamente injustificados te suman más intereses.

La aplicación de intereses sobre intereses, se llama anatocismo y está prohibido según lo normado por el Art  623 del Código Civil. Hay que negociar las deudas. Esa es una posible solución. El problema es que las empresas imponen contratos modelo que vienen preestablecidos. Entonces los usuarios y consumidores tienen que ejercer sus derechos y ser RESPONSBLES en la relación de consumo. Exigir explicaciones. Entender qué se va a pagar. Qué se está firmando. No creer todo lo que las empresas dicen.

Pero el tema que quería desarrollar y por lo que hice toda esta introducción es la DEUDA. Una vez generada, hay que hacerse cargo. Y si surge algún inconveniente buscar la manera de re negociarla. Plantarse y NO permitir que apliquen cargos y punitorios injustificados. Pero siempre demostrar voluntad de pago.
Ahora bien, eso es cuando la deuda es legítima y hay una responsabilidad por parte del deudor.

Pero en los últimos años empezaron a aparecer “Empresas de Cobranza” o “Estudios Cobradores”, que simulan ser estudios jurídicos y tienen calll centers y oficinas con todo un circo armado y no son más que Estafadores.

Las deudas no desaparecen. Una vez contraídas existen hasta que se las liquide. Pero si el acreedor no la reclamó fehacientemente, ésta prescribe en un plazo que va de los 3 a los 10 años según el tipo de deuda.

Ahí está el negocio de estos ladrones de guante blanco. Compran por dos mangos las carteras de incobrables de las empresas de servicios y de bancos y financieras. Y arriesgan a cobrar todas las que puedan con un plan maquiavélico de hostigamiento sistemático. La mayoría son deudas prescriptas y otras ni siquiera son reales. Las inventan. Lo he comprobado en más de una oportunidad acompañando gente a reclamar ante estos carroñeros.

Empiezan con llamados telefónicos a cualquier hora. Después son grabaciones a la madrugada. Después empiezan a llamar a vecinos amigos, parientes y hasta a los lugares de trabajo, generando una serie gravísima de problemas, además de la angustia, el sentimiento de impotencia y la bronca. Después envían notas y cartas violentas que simulan ser notificaciones judiciales (Expresamente prohibido por el Art 8 bis de la Ley 24.240). Amenazan con embargos judiciales. Mienten descaradamente. Asustan a la gente con que van a perder todo en un juicio ejecutivo. No explican NUNCA el motivo del reclamo. Sólo dicen que hay una deuda de tanto y si se la paga en determinado plazo se puede hacer un descuento o un plan de pagos pero hay que ir a sus oficinas. ¡Ahi está la trampa! Al caer en sus cuevas tal como un boludo disfrazado de churrasco entrando a la jaula del león, se cierra la puerta y las prácticas son casi como las que usan los policías en las películas.

Empiezan a presionar para que pague. Le imponen un plan de pagos con intereses altísimos y hasta que no firme no lo dejan salir. Y en muchos casos obligan a la gente a firmar documentos EN BLANCO. Pagarés incluidos. El pagaré es un título ejecutable. El supuesto deudor no tiene ni las más puta idea de lo que está firmando. Ese es el documento a través del cual logran legalizar una deuda inexistente y con eso sí pueden, eventualmente, iniciar un juicio ejecutivo. He visto casos increíbles de juicios con trabajadores embargados durante 15 años. Te embragan por el capital y los intereses y como tardaste un par de años en liquidar la deuda, porque el descuento de tu sueldo no puede superar el 20%, cuando terminaste de pagar te piden una actualización y te imponen otro embargo por el tiempo que tardaste en pagar y eso es el “Cuento de la Buena Pipa” porque NO terminás de pagar NUNCA. Esa es la Realidad Efectiva que viven miles de trabajadores, laburantes, usuarios y consumidores de bienes y servicios. Y basta con ir a cualquier Juzgado Comercial y pedir la “Pila” de ejecutivos para constatar los miles de juicios que las empresas “Litigantes Frecuentes” le hacen a los deudores. Ahí está la famosa “Industria del juicio” que genera al Estado millones de pesos de gastos en trámites que en su gran mayoría son INJUSTOS. “Hacete amigo del juez” decía Martín Fierro, bueno acá los Estudios que van seguido a tribunales son mucho más conocidos por los empleados del Poder Judicial que los trabajadores “hombre masa” enjuiciados, por lo tanto estos “Abogados” tienen algunos privilegios. “Si siempre fue así” y se usan modelos de proveídos para estos expedientes y los sacan como chorizos de la máquina, sin analizar cada caso en particular y nadie se atreve a plantarse para cambiar las cosas.

Estos tipos son Ladrones al igual que los Banqueros que aplican intereses y cargos abusivos y con eso se enriquecen. Y la sociedad los avala. El dinero es poder y con el poder viene la impunidad. Los Empresarios, Banqueros y abogados son impunes para robar. Y el Estado no se preocupa en lo más mínimo porque “Siempre fue así”, “Si está en el contrato ya está”, “Lo que firmó, ya lo firmó”. Entonces nuestra “Aristocracia” de medio pelo, continúa enriqueciéndose a costa del pueblo, mientras seguimos preocupados por los nuevos integrantes de Videomatch, la inminencia de los saqueos navideños y si el dolar pitufo se podrá llevar a Florianópolis.

Sebastián Pandolfelli, diciembre 2013.



martes, 17 de diciembre de 2013

SIMPLE - Demo EP


SIMPLE es un capricho, un EP grabado en menos de 24 horas en un depto del Abasto, con máxima simpleza y con lo que había a mano. Es casi un demo. Se puede escuchar de fondo el alboroto alegre de los niños del patio del colegio que hay abajo de casa, los timbres, los maullidos de Tao, el gato volador de Santi y los bocinazos de los bondis.Y todo eso forma parte del ambiente que quise darle a estas canciones.

jueves, 12 de septiembre de 2013

La Realidad Efectiva: un taller para delirantes.


Librería AQUILEA


¿Tenés ganas de escribir? 
¿Querés charlar un rato sobre literatura y cagarte de la risa?


La Realidad Efectiva: un taller para delirantes.

Empieza el 1° de Octubre!!!!

Haremos hincapié en el humor en la narrativa y un análisis de las distintas variantes del realismo. Realismo mágico, realismo delirante, realismo atolondrado, realismo puro.
¿Qué carajo es el “Realismo Delirante”? ¿Qué es la “Realidad Efectiva”?
Si nadie lo sabe, lo descubriremos juntos.

El objetivo del taller es:

Pensar, idear, construir y escribir textos propios a partir de ejercicios.
Análisis de los textos con debate grupal mientras los vamos corrigiendo.
Lectura y análisis de cuentos y relatos de autores diversos.
(Laiseca, Aira, Fogwill, Copi, Arlt, Cucurto y otros)
Todo eso rociado con mate, café o alguna birrita.

Duración: Octubre y Noviembre
Dos horas semanales.

El horario:
Martes de 19:00 a 21:00 hs.

El lugar:
Librería Aquilea – Av. Corrientes 2008 – CABA

¿Cuanto duele?
300 rupias mensuales.

Contacto y más info:

Sebastian Pandolfelli
pasajerou@yahoo.com

¿Y a éste quién lo conoce?


Sebastián Pandolfelli: Lanús, 1977. Músico, compositor y escritor. Es discípulo y asistente del escritor Alberto Laiseca hace más de 10 años. Publicó “Rocanrol” (Cuento, Editorial Funesiana 2008)  “Choripán Social” (Novela – Ed. WU WEI, Argentina, 2012 y Ed. Tambo Quemado, Chile, 2013) y escribió “Diamante” (Relatos). Desde el 2006 asiste en la técnica y musicaliza el Ciclo de lecturas “Carne Argentina” e integra el colectivo cultural “La Compañía” con quienes editó la antología “Timbre 2” y produce contenidos audiovisuales. Ha publicado textos en el diario Tiempo Argentino. Cuentos suyos integran antologías. Participó en la conducción y producción de programas radiales. Actualmente forma parte de las bandas de rock “Los Barriletes Cósmicos” y “Dos Cachivaches”. Integra como músico estable las compañias teatrales “Compañia de Funciones Patrióticas” y “Teatro Todo Terreno”. Administra el blog: www.choripanvirtual.blogspot.com

Alta tapa la edición de Tambo Quemado en CHILE



El mundo al revés, en tiempos del fin de mundo, la mejor expresión de la narrativa joven argentina bajo los tiempos del kichnerismo. Una conquista popular se vuelve el mejor campo de batalla para que un sindicalista corrupto y un empresario inescrupuloso, quieran dirigir los destinos de una de las principales naciones latinoamericanas, una unidad básica justicialista resiste gracias al concurso de un ejército de “pibes chorros” o “flaytes” en el decir chileno; el general Perón vuelve en gloria y majestad a la Plaza de Mayo, provocando el nuevo milagro argentino  del siglo XXI.

Al decir del maestro Alberto Laiseca  esta novela “es como Las Mil y Una Noches de la pobreza y el delirio(…) El primer peronismo, no importa cómo, funcionó. Era la lámpara de Aladino. Cada vez que aparecía un déficit, se la frotaba y aparecía el Genio con las manos llenas. Después de 1955 quedó el mito, que también es un Aladino en sí mismo. Por eso el peronismo es imborrable en el sueño popular”


“Choripan Social” de Sebastián Pandolfelli, nos entrega al filo del abismo y al borde del exceso, las claves más importantes para entender los rumbos últimos de la podredumbre y el saqueo menemista, el renacer  de la Argentina de la última década ganada, de las manos de una apuesta rechazada por el neoliberalismo y vitoreada por el pueblo, porque a las finales, siempre será “San Perón” mañana. 


DISPONIBLE EN LAS PRINCIPALES LIBRERÍAS A PARTIR  de Septiembre 2013

Rolistón!!


Librería METALES PESADOS - Satiago de Chile


Super Chori!!


Fogwill


Todavía no lo compraste??


Grabando...


En la Feria del Libro de Buenos Aires 2013



En una charla con Selva Almada.

Otro tema, mirá ESTE VIDEO:

Entrevista en la TELE!!



Estas son del Programa LEYENDO CON EL AUTOR que sale por el canal ComarcaSI



No tan distintos - en el Suple Cultura de Tiempo Argentino



No tan distintos


Una mujer. Vio a una mujer, atrás de un vidrio empañado. Un segundo antes de todo. En realidad no supo si estaba empañado o era el reflejo del sol. Se asomó por la vidriera. Apareció ahí entre los carteles de moda, esa moda obscena, infiel. Miraba a la gente moviéndose como todos los días en el templo del consumo. "Irán al infierno". ¿Esa gente sabía por qué se estaba yendo? Ellos esperaban. La camioneta en marcha. No queremos más guerras. Zaid se distrajo con un avión que surcó el cielo como una virgen haciendo ala delta. Una imagen de su infancia, antes de entrar de lleno a la yihad. La mujer, con la mirada perdida en algún punto, parecía estar diciendo: "Mirá tu libro de reglas... Decime lo que ves. ¿Sos tan diferente? ¿No sos igual a mí?" Se le oprimió el pecho. Esa mujer podría haber sido su madre, podría haber sido su hermana. Pero era una de ellos. Estaba del otro lado del vidrio junto con todos los que no merecen piedad. La camioneta en marcha. La "lapa" ahí, latiendo como un ojo blindado. Su compañero Hassan repasaba unos versos del Libro. Zaid empezó a dudar. Tenían diecisiete años y estaban a miles de kilómetros de casa. La duda es para los cobardes. Pero esa mujer ahí. Como la flor de un jardín primitivo. Podría ser su madre. Podría ser Maryam, que era tan bonita que le hacía latir el corazón como una ráfaga de balas en pleno entrenamiento. Pero no. En ese preciso instante ella alzó la vista y sus miradas se cruzaron. ¡Por Alá! ¿Qué me pasa?, quiso gritar. Quiso salir corriendo y salvarla. Y salvarse. Aunque se estuviera condenando. Pero no. Hassan accionó el detonador.
 
Sebastián Pandolfelli es escritor. Su última novela es Choripán social (editorial Wu Wei).

Radio Nacional!!


En FM La Tribu 88.7 Mhz








La mano que tacha
de Paula Banfi, basada en textos de Luis Cano.

Con: Lola Banfi (actriz), Mariano Kevorkian (actor), Sebastián Pandolfelli (músico), Martín Rieznik (cineasta). Dirección: Paula Banfi

¿edición en escena?
Cada función es única. No se trata de una improvisación neta: todos los textos que aparecen en la obra fueron escritos por Cano. La música, los sonidos, los personajes y las imágenes proyectadas surgieron de las lecturas y del universo del autor. La acción concreta es editar: recortar, ordenar, ocultar, subrayar, repetir, omitir, acomodar. Y esta edición es escénica, sucede en el tiempo y en el espacio de la obra. Profundizamos nuestra labor del aquí y ahora. Jugamos en vivo, mezclando lenguajes. Como en todo viaje, hay infinitos caminos posibles.

IL MOSTRO


Se viene algo pulenta... Dentro de un tiempo en tu pantalla...

Muñeco de Haití - Texto publicado en Tiempo Argentino


Muñeco de Haití

Nikole quiere que le diga mamá. Pero ella no es mi mamá. No sé muy bien qué es. Y si encontrase la palabra, estoy seguro que no la diría. Acá son rubios y de ojos claros: Nikole, el marido, las nenas. A mí me gusta bailar. A veces bailo y me aplauden. Bailo y no espero nada. Pero ella nunca se divierte; se queja de que todos la usan y le quieren sacar plata y se enoja y grita y dice que está cansada y que no quiere trabajar más y un montón de cosas. Yo no entiendo de qué trabaja, pero es tan linda que parece una muñeca, por eso la gente le dice que se ponga esta o aquella ropa y le regalan cosas y le sacan muchas fotos. Una vez me llevó a un lugar donde estaba lleno de periodistas y los flashes no me gustaban y después salimos en la tapa de un montón revistas. Y ella dijo que me rescató del terremoto. Yo no me acuerdo de haberla visto en Puerto Príncipe. Estábamos con mamá y mis hermanos: Gustav, Hanna y Ike y empezó a soplar un viento fuerte y pensamos en papá, allá en medio de la tormenta en el bote, y sonaron truenos y se puso todo negro y llovió y llovió hasta que se inundó la calle y salimos a nadar y mamá chillaba, pero igual nos subimos al contenedor de basura que flotaba como el bote de papá y de repente volaron pedazos de las casas y me caí en la corriente. Después estaba en un refugio y los soldados me dieron de comer y fuimos a un hospital y no supe nada más de mi familia y me trasladaron a otro lugar donde había muchos chicos como yo y entonces vino el abogado. Y Nikole que quiere que le diga mamá, pero ella no es mi mamá... Ya me quiero ir a casa, oficial.

Cachay!!


Se viene CHORIPÁN CHILENO!! Weón!!!!


Tocando en Clásica y Moderna con Diego Banfi


Lectura en La Dulce


Me gané una mención!

La única poesía que escribí ganó una mención en un concurso. Me retiro del género. Jejeje.

LAISECA: LA IMAGINACIÓN TIRÁNICA DEL MAESTRO ZEN

El autor de la novela más larga de la literatura argentina suele definirse como actor. Así, Alberto Laiseca ratifica su extraño lugar dentro del campo literario: escribió sus primeras obras junto a autores como Piglia, Aira y Fogwill pero en el canon ocupa un lugar desconcertante. Trabajador rural, peón de limpieza, empleado de Entel, corrector de La Razón, hoy es consejero sentimental en un programa para adolescentes y puede jactarse de haber logrado que su taller trascienda lo literario. Sus discípulos forman a su alrededor una red de contención y promoción. “Sin ellos sería la soledad más absoluta”, dice. Perfil del autor que escribe con disciplina militar y piensa que la literatura jamás podrá cambiar nada. Ilustrado por la artista Laura Ojeda Bar que para Anfibia hizo un retrato al óleo.



El Mostro, habla sobre todo y todos. Y nos nombra con cariño.

Texto completo acá: 
REVISTA ANFIBIA

"Choripán Social": ecos de una gastronomía peronista

DIARIO REGISTRADO

Sebastián Pandolfelli abre el apetito literario con su novela "Choripán Social"; un muestrario de personalidades que surgen de un peronismo realista pero al mismo tiempo mágico.

Son: El Rey del Choripán, Glenda Glande, Platero, Saporitti, Eliseo Grande y muchos otros personajes que el autor desarrolla con ternura en una historia donde el choripán nacional y popular es el centro de la disputa entre la carne, la morcilla y el atentado culinario del "choripán sojero".

Alberto Laiseca define la novela como "Las Mil y Una noche de la pobreza y el delirio"; un texto que dentro del circuito literario generó algunas rispideces en cuanto a la visión delirante del peronismo y su burocracia sindical.

En diálogo con Diario Registrado el autor nos cuenta como pensó y escribió "Choripán Social".

-¿Cuánto hay - o no- de tu historia personal (y/o militancia) en el libro?

-La novela no es autobiográfica pero muchos de sus personajes están inspirados en amigos y parientes, incluso casi todos tienen alguna característica de mi personalidad. Hay algunas anécdotas reales y bastante de historia argentina. No soy muy militante más que de mis propias ideas.

-¿En qué te inspiraste?

-Empezó como un ejercicio en el taller de Alberto Laiseca y se fue alargando. De repente tenía unas 40 páginas y la historia seguía pidiendo, entonces me puse a trabajar pensando en el formato novela. Me inspiré en la realidad efectiva. Argentina, su historia, el peronismo son material para millones de novelas.

-¿Cómo fue el camino de la escritura de Choripán Social? ¿Cuánto influyó la mirada de colegas, de Laiseca?

-La fui escribiendo durante un año y medio. Empecé en 2006. En esa época Leandro Ávalos Blacha estaba trabajando en su libro Berazachussets y todas las semanas nos leíamos los nuevos capítulos en el taller de Laiseca. Era muy estimulante escuchar a Leandro porque es un genio. En ese año nos juntábamos con otros alumnos de Lai a leernos entre nosotros una vez al mes en las Veladas Gallardas, una suerte de tertulia, cervecera y los comentarios de esas noches ayudaron en la construcción de la historia y los personajes. Cuando la terminé la leyeron Leo Oyola y Francisco Garamona y con sus aportes armé la versión final. Laiseca me dijo durante todo el proceso de escritura que estaba haciendo un libro genial y me insistía para que fuera cada vez más delirante. El "Mostro" en el mejor de los maestros. Quiero a todos los personajes por igual, los fui creando y les di forma durante una año y medio y me encariñe hasta con los malos. De hecho si ves la dedicatoria, entre otros, dice: "A los personajes de esta historia"

Aunque suene lugar común no es mala idea recorrer las páginas de Choripán Social acompañado por el olor inconfundible de la carne a la parrilla y dejarse llevar por las aventuras peronistas de una realidad que no es pero que casi  podría ser.

Sobre el autor: Sebastián Pandolfelli nació en Lanús, es músico y escritor. Integra la banda "Los Barriletes Cósmicos". Publicó Roncarol ( Funesiana, 2008) y participó en la antología Timbre 2 ( Pulpa, 2010). Choripán Social es su primer novela (Editorial Wuwei).

BRANDO


Sebastián Pandolfelli sorprende y alegra con Choripán social - Una conquista popular.


Editorial Wu Wei edita Choripán Social - Una conquista popular, de Sebastián Pandolfelli, ofreciéndonos una obra llena de imágenes, acción y guiños; de alegre impronta peronista  y con mucho humor. Y así como el libro ofrece humor, también lo demanda de parte del lector.
Choripán social está prologado por el escritor Alberto Laiseca, quien no duda en equiparar el estilo literario de Pandolfelli al de Osvaldo Soriano y al de él mismo.
Y como no podremos superar la pluma de Laiseca, los dejamos en su compañía para que leyendo ese prólogo les entre esas ganas irrefrenables que nos agarró a nosotros y nos hizo leer a Pandolfelli, con una sonrisa de oreja a oreja, de un solo tirón.

“Este es un libro genial, de humor único. Nadie escribe así. Qué otro que Pandolfelli podría comprender las contradicciones del que está abajo. Él mismo vivió muchísimos años en Lanús: en Villa Diamante concretamente (Diamante, que No es parte de Villa Caraza, digan lo que diga. ¡Viva Perón, carajo!).
Los personajes, aunque muchas veces sería un poco de ellos, están tratados con ternura. Y muy bien diseñados. De esto después hablaremos más.
Es como Las Mil y Una Noches de la pobreza y el delirio. El primer peronismo, no importa cómo, funcionó. Era la lámpara de Aladino. Cada vez que aparecía un déficit, se la frotaba y aparecía el Genio con las manos llenas. Después de 1955 quedó el mito, que también es un Aladino en sí mismo. Por eso el peronismo es imborrable en el sueño popular. Así en esta novela no tiene nada de extraño que unos delirantes intenten reciclar (o directamente poner en marcha) viejas maravillas y objetos de aquel tiempo. Sea el Pulqui, un ataque de cien o doscientas toneladas (para el caso es igual), e incluso una heladera súper, logro del primer gobierno. No podía faltar claro, Richter y la primera bomba atómica argentina. Admito, de odas formas que estos delirios aparecen aquí apenas insinuados virtualmente. El desarrollo es completo en otra obra de Pandolfelli, aún no publicada.
Todas las partes son maravillosas. Lástima que sólo puedo citar algunas: “La gente estalló en un grito de algarabía. Todos saltaban y gritaban, incluso algunas chicas un tanto osadas levantaron sus remeras mostrando las tetas, locas de contentas.”
Ahora digo yo, Laiseca, el comentarista: ¿Será posible que siempre me pierda esas manifestaciones nacionales y populares? La única vez que por el estilo vi algo (en foto) fue cuando ganó la selección nacional (con Maradona en plena gloria). Se hizo una fiesta en el obelisco y una chica con remera de “Número 10” peló las gomas. A la foto publicada por el viejo diario La Razón todavía lo guardo. Pero parece que la “mostrada” es una institución. Así en la novela: “- Acá están, estas son, las mujeres de Perón – coreaba un grupo de chicas y viejas levantándose las remeras y mostrando las tetas, mientras unos jóvenes pelilargos cantaban que iban a construir una escalera con los huesos de Aramburu para que Evita llegara al cielo y…·. Etcétera.
Una parte inolvidable es esa donde el malvado jefe de la Guachampú ordena a sus zombies, mediante fuerzas electromagnéticas que les entran por el ortex, que maten a sus adversarios políticos. Pero las cosas se le desmadran porque los zombis empiezan a matar a cualquiera (incluso se matan entre ellos). De modo que: “… Al emitir la orden, en lugar de crear un poderoso ejército, activó centenares de gólems asesinos seriales.”
Otra delicia es la parte de las “Minas rompe huevos”. Pero es que los rompen en serio: con su cháchara hacen que se te inflen y estallen. Yo calificaría de genial a esta parte: “Su papá se fue con una vecina cuando él tenía tres años y su mamá cayó presa del vino en cajita. La internaron en el Braulio Moyano y nunca más la vio”. Cuando alguien es loco, malo y monstruo en este libro, lo es en serio.
Aparece un fabricante de morcillas. Según sostiene el tipo, las mejores se hacen con chanchos negros. El problema es que tales porcináceos son escasos. Decide entonces ir al África para “…cortar los miembros viriles los de los nativos. ´Ya viene la morcilla hecha, sin ningún tipo de proceso´. Con esta loca idea partió y al tiempito nomás mandó una encomienda con dos o tres chotos zulúes o quién sabe de que otra tribu. Continuó por esos pagos hasta que por ensartarse a una negrita (que, parece, era hija de un guerrero importante de una tribu del Congo) se la cortaron a él y murió desangrado.
Choripán Social es, para mí, una acabada muestra de realismo delirante, tal como los libros que escribieron el gordo Soriano o los míos. Aún así los tres estilos no pueden ser más diferentes, ya que cada uno lo encontró por su lado.
Ya adelanté que los personajes están impecablemente diseñados (tanto los corruptos y malditos como los puros de corazón y peronistas en serio).
Sebastián Pandolfelli consigue algo muy difícil en literatura: Que uno crea en la existencia de todos ellos.
El globo gigante que representa al General Perón, a quienes todos la piden un milagro para acabar con el quilombo, habla y les dice muy enojado algo como esto: “Ya me tienen harto. Dejen de pedirme cosas. Al milagro lo tienen que hacer ustedes.” Y el milagro (más allá de la ironía) tiene lugar. La aparición mágica y repentina del árbol de la flor del ceibo, en la Plaza de Mayo, calma los ánimos y, los que todavía están vivos, vuelven a sus casas.”
Alberto Laiseca

LIBROS INDIE HOY

Choripán Social: Realidad efectivamente delirante | Eliseo Grande, Secretario General del Sindicato de Choripaneros, tiene un plan para ser presidente a través de un negociado con choripanes de soja. Y también se masturba escuchando a Xuxa, disfrazado de paquita. Miguelito Miguel viaja en el tiempo para encontrarse con Perón. Saporitti quiere conquistar el mundo con celulares que en vez de en el bolsillo se llevan en el culo. Y un ejército de pibes chorros le presentarán batalla.
Estas cosas (entre muchísimas otras) suceden en “Choripán Social“, un libro donde los malos son malos y los buenos casi que también. Un libro contundente que habla tan bien por sí sólo, que transforma a estas preguntas en inservibles. Pero las hacemos igual.
Gabriel Baigorria: Sos actor, músico y escritor. Me permito preguntarte entonces: ¿de qué vivís?
Sebastián Pandolfelli: En este momento vivo de ahorros. Trabajé durante 10 años en una ONG de Defensa del Consumidor de la que fui casi un factotum y la dejé en diciembre del año pasado. Demasiado quemante. Debería empezar a preocuparme porque las reservas se van agotando. Igual me defiendo con cualquier cosa, se aceptan propuestas… Aclaro que no soy actor, soy un poco performer, pero decir actor es mucho. Fui cartero, mozo, delivery, secretario, recepcionista, procurador de expedientes en tribunales… Ahora hago música para teatro, toco en dos bandas, estoy grabando un disco y tengo uno por grabar. El 11 de mayo se presenta una comedia en Fundación Proa con música mía y el 26 de mayo vamos a estrenar una obra experimental buenísima sobre la escritura y sus procesos que se llama “La mano que tacha” donde toco en escena. También estoy empezando a escribir algunas cosas que seguro serán parte de mi próximo libro. Más adelante me gustaría hacer música de películas o publicidades, no sé, veremos cuando la soga apriete. Quizá salga a vender choripanes en Plaza Miserere.
G.B: ¿Influyen en algo tus otras actividades en la de escritor?
S.P: Un amigo después de ver un show de mi banda, Los Barriletes Cósmicos, me dijo: “Tu música es la continuación de tu literatura”. Todo tiene que ver con todo, y todas mis actividades se influyen entre sí. Soy músico, escritor, performer, y además tengo un costado leguleyo. No soy abogado, pero patear tribunales y el trabajo en la ONG me quedaron muy grabados. Casi todos mis amigos me consultan sobre esos temas cuando tienen algún problema y me gusta reclamar y pelearme con abogados de empresas. Ese es mi granito de arena anti capitalista, jaja.
G.B: ¿Cómo arrancaste a escribir Choripán Social? ¿Hace cuánto tiempo lo tenés listo para publicar?
S.P: La empecé en 2006 como un ejercicio en el taller de Alberto Laiseca, que se fue estirando hasta tomar forma de novela. Me llevó un año y medio, masomenos. En 2008 estaba listo para ser publicado, la registré el 17 de octubre por cábala, jaja. Estuvo dando vueltas por ahí en fotocopias desde ese momento. Yo andaba leyendo en público y haciendo algunas performances para meter un poco de ruido pero no pasaba nada. Los editores son gente rara. A veces te dicen que no dá, y después, cuando el libro medianamente funcionó publicado por otro, no lo dicen pero se quieren matar. Y si te publicás pagando la edición los reseñadores te miran de costado. Entonces lo que queda es esperar. Si de verdad lo merece, a cada libro le llega su editor. Bueno, por suerte apareció Luis Mazzarello con Wu Wei y el humo del chori pudo llegar a las librerías. Y gracias a las manos del General que son milagrosas, no nos va tan mal.
G.B: ¿Estás igual de quemado que tus personajes?
S.P: Yo soy mi propio personaje. Algunas neuronas perdí en la adolescencia. Pero, no. No estoy tan limado. Al menos eso creo. La pérdida de neuronas causa amnesia y otras cosas que no me acuerdo…
G.B: ¿Cuánto de Laiseca hay en Choripán Social?
S.P: Hay una gran influencia de su literatura. Es un gran maestro zen. Lai me apoyó con la escritura desde el principio, cuando escribía cuentos delirantes y sexópatas en 2003. Pero en Choripán también hay otras influencias como Soriano, Guebel, Aira, Asís, Fontanarrosa y todas las cosas que leí mientras lo escribía.
G.B: Laiseca habla de “realismo delirante” en el prólogo. Y eso me suena a lo que es la “ficción especulativa” a la ciencia ficción, un imaginario que podría partir de la realidad o acabar en ella. ¿Hay algo de esto?
S.P: El realismo delirante es un género que inventó Laiseca. Básicamente es usar el realismo y poner una lupa en algunas cosas para exagerarlas al máximo. Generalmente a través del humor se pueden contar cosas terribles ya que de esa forma duelen menos. Si bien mi libro es muy delirante, lo que sucede es fácilmente reconocible. La historia argentina es delirante por sí misma. La única verdad es la realidad, la realidad efectiva. Efectivamente delirante.
G.B: Peronismo. Desarrolle:
S.P: Desarrollar ideas sobre el peronismo sería como hablar sobre la vida misma. El ADN argentino es peronista. ¡Hasta el Papa dice que es peronista! El peronismo algún día va a conquistar el universo. Es tan vasto que lo voy a resumir en una frase del gran Antonio Cafiero: “El peronismo da para todo”.
Sebastián Pandolfelli nació en el Hospital Evita, en la República Separatista de Lanús en enero del 77 y se crió en Villa Diamante. Es músico, compositor y escritor porque cuando se dio cuenta ya era demasiado tarde. Integra el cambalache sonoro Los Barriletes Cósmicos y desde 2004 le hace creer a la gente que eso es una banda de rock. También toca la guitarra en el experimento Cachivaches y tocó en varias bandas; tales como El Pony Infinito, Super Siempre y Disculpe la Molestia. Produjo y condujo algunos programas de radio. No sabe manejar ni jugar al fútbol, pero realiza performances de lectura. Es discípulo y lugarteniente de Alberto Laiseca. Publicó “Rocanrol” (Ed. Funesiana, 2008). Su primer manuscrito “Me pusieron algo en el trago y bailé toda la noche” es in-publicable. “Choripán Social”, su primera novela, circuló en fotocopias por el conurbano y se convirtió en una especie de novela de culto. También escribió dos libros de relatos: “Diamante” y “Mugre”. Tiene pensado realizar unos cuantos atentados más contra la literatura y la música. Su frase de cabecera es la que Bartleby repite como un mantra: “Preferiría no hacerlo…”. Por otra parte sus intereses son mensuales y más altos que los del Banco Nación para operaciones a 30 días… (Wu wei editorial)

Che, salimos en la TEM

Compartimos un breve fragmento de Choripán social, el nuevo libro del escritor argentino Sebastián Pandolfelli que publicó la editorial Wu Wei. “Choripán Social es, para mí, una acabada muestra de realismo delirante, tal como los libros que escribió el gordo Soriano o los míos. Aún así los tres estilos no pueden ser más diferentes, ya que cada uno lo encontró por su lado”, escribió Alberto Laiseca.
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lunes, 24 de diciembre de 2012

Un cuento de navidad...


EL ACTO

Miguelito dormitaba desparramado en una silla. Inclinado hacia atrás con la cabeza ladeada y la panza al aire. El ombligo se le salía para afuera. Tenía los pies descalzos apoyados sobre el freezer, que estaba con la puerta abierta. Toda una sensación de frescura ante los treinta y ocho grados de térmica. No roncaba pero largaba un bufido finito y un hilo de baba le salía desde la boca y mojaba la remera. “¡¿Que hacé pelotudo?! ¿No ves que se van derretir los helados?” gritó Tucho al encontrarse con tan tierna escena. Miguelito casi se cae para atrás del susto. Chistó y bajó los pies, agarró un helado y se dispuso a chuparlo mirando a su compañero con mala cara. Tucho se acercó y cerró el freezer de un portazo. “Son para los pibes, Miguel… ¿Si te los comés vos, que mierda les vamos a dar mañana?”
Miguelito se puso de pié. Su remera decía SELÚ Helados. “¡Y pedile a tu amiga la Malinche que mande más y san se acabó! ¡Psst…!” dijo reprochando. “Primero:” lo frenó Tucho, con en índice en alto “la compañera Malinche no es mi amiga. Segundo: los helados son para los mocosos, para el acto del domingo, o sea mañana, y los mandó porque le sobraban y si no los iba a tener que tirar, nosotros no se los pedimos… ¿tamos? Y escuchá, andá a buscarlo al Anguila que hay que hacer pintadas y tenemos que mover gente, recién me llamó el Toto desde el municipio…Agarrate…” se hizo un poco el misterioso y frotándose las manos soltó: “parece que viene Darío al acto”. A Miguelito le brillaron los ojos. “¿En serio?” preguntó y se le cayó la mitad del helado al piso. Tucho resopló y puso los brazos en jarra. El sol que se filtraba a través de la cortina de esterillas de junco resaltaba su impronta. Tenía un shortcito de Boca, una camisa blanca desabotonada y calzaba unos mocasines gastados. Sacó un paquete de Derby Suaves y encendió uno. Miguelito se palmeó los muslos y entró ladrando Camporita, el cusquito semi pelado que tenían por mascota. “Ahí Campi, ahí” le señaló y el can empezó a lamer la crema del suelo. “Este es mejor que una aspiradora, es” comentó sonriente.
En eso en la vereda se escuchó un batir de palmas “¿Que pasa?” gritó Tucho y se asomó usando una mano como visera. “Hola ¿Cómo andás máquina?” dijo un hombre bajito y flaco de bigotes “Soy yo, Roldán, el remisero de acá a la vuelta”. “Ah… Que hacé Meteoro, ¿Cómo andas?”. “Y… acaaa… Tirando… viste”. “¿Que andas precisando, che?”. “No… Venia a ver, si vos podés…, viste, ustedes que están en la Municipalidá… Porque el pibe mio ya me cumplió los dieciocho… vis-te”. “¿Ya tiene dieciocho el pendejo? ¡Mirá vos! ¡La puta que lo parió, che…! Como pasa eh…” comentó Tucho dándole una palmada en la espalda. “Si, la verdá, es una cosa de locos… cuando te das cuenta, ya estás en el horno…”. “Bueno ¿Y que pasa? ¿Querés que le con-siga algo en la Muni? ¡Mirá que está recontra jodido eh! No cabe mas nadie, si apenas entró Darío se trajo a toda su gente y llenó todo de alcahuetes, si casi nos quedamo´ afuera nosotro´… ¿Sabes que quilombo que le hicimo´? No, no creo que consiga nada por ahora che… Si los que estamo´ en planta permanente andamos con el culo en la mano, ¡imaginate los contratados!” dijo el compañero, le dio una última pitada al pucho y tiró la colilla a la zanja. Por unos segundos miraron el humo sobre el agua. “No, no… trabajo ya le enganché, viste, lo van a tomar acá en la remisería conmigo, yo con el renó 12 tiro, se la banca, y ahora él está por sacar un crédito y vamos a comprar un Taunus gasolero, está lindo, ya lo señamos, viene bien de chapa y de papales, así que lo que anda necesitando es el registro, viste, después sacamos un seguro contra terceros y a la mierda, viste, más que nada para que la gorra no le rompa las bolas, y el otro día hablaba con el Tano y me dijo que te vea a vos que estas en Tránsito…”. “Y bueh,…dejame ver Meteoro, en una semanita lo tenés, mandameló a tu pibe. Me tiene que traer dos fotos carné, fotocopia del documento y va a tener que ir al centro a sacar el certificado de reincidencia, lo demás dejameló a mí… ”Lo que pasa es que el Rulo estuvo guardado unos días porque lo agarraron con porro encima el año pasado, tocó el pianito y todo, viste…”. “No te calentés que a los dieciocho se limpia todo, mandameló nomás…” dijo seguro el compañero y le dio otra palmada en la espalda. “Gracias Tucho, ahora lo agarro del forro del culo y lo pongo a hacer los trámites, a ver si aprende a ganarse la guita pa` los vicios… ¿Cuánto sale la gestión?“ “Y… mirá…Con antecedente y toda la bola, si lo querés en una semana,…son tres gambas”. “¡¿Tré gamba Tucho?! ¡Yo manejo un Renó 12!” dijo algo indignado Roldan. “Y bueno Meteoro, hay que vivir, ¿vissste…? ¿Lo vas a querer o me estas haciendo perder tiempo al pedo? Si no, es fácil, andá a la seis de la mañana, sacá turno, comete la cola y que el pibe haga el examen de manejo. Te va a salir setenta mangos, pero te van a dar una garcha para andar en bicicleta y te va a tardar dos meses. Es corta la bocha, Meteoro, yo te lo traigo en una semana y te seirve pa manejar helicótero” dijo Tucho haciéndose el importante. “No, sí, encargalo nomás que yo te lo mando al Rulo con los papeles y la guita el lunes” dijo Roldan cabisbajo. “Mirá que mañana hacemos un acto acá en la calle, tenés que venir eh”. Se saludaron efusivamente y el remisero se fue caminando pensativo.
El sol brillaba en lo alto y castigaba de lo lindo en el medio de un cielo celeste sin una nube. El día estaba demasiado bueno como para ir a la municipalidad, por eso ni él ni el compañero Miguelito, habían ido a ocupar sus puestos de trabajo. Aunque los sábados tuvieran que cumplir media jornada. Además se sentían más útiles a la comunidad en la Unidad Básica, más cerca de la gente. Miró hinchado el cartel sobre la entrada, una chapa grande medio oxidada con el escudo peronista que rezaba con letras azules: UNIDAD BÁSICA NA-SIONAL Nº 71 “PERON ES DIAMANTE”.
En la esquina un montón de borregos jugaban un picado. Gritaban y se cagaban a patadas como si fuera Argentina - Alemania en la final del 86, mientras otro grupito de pibes con gorrita tomaba cerveza en la puerta de una casa y la música de Néstor en bloque salía por unos bafles a todo lo que da. Doña Juanita venia caminando con la bolsa de los mandados y cuando Tucho la vio se metió adentro para no tener que escucharla durante una hora, porque a la vieja le encanta el chusmerío, es la Lucho Avilés del barrio. Además vende Tupper y cosas de Avon. Es un peligro. Las señoras mayores tienen la tendencia natural de darle a la sin hueso como el chancho a la batata. Adentro Miguelito estaba viendo un programa de esos de chimentos donde hacían una especie de informe sobre las tribus urbanas y esas modas nuevas con las que se identifican los jóvenes. Lo miró a Tucho con una mueca que parecía una sonrisa y le preguntó “¡Che Tucho! ¿Vó que só? ¡¿Nemo o Flower?!”. “¡Peronista soy! ¡Que me venís con boludeces!” le contestó. “¿Por qué no te hacés unos mates? Mirá que en un rato viene el Toto con la chata del municipio y tenemos que salir ¿preparaste las cosas?” “Si está todo ahí” dijo Migulelito sin despegar los ojos de la pantalla, y señaló un rincón donde había tres tachos grandes con pegamento diluido, varios rollos con afiches, brochas y unas latas de pintura. “Cambiá eso, poné Crónica, poné a ver que salió en la quiniela” ordenó Tucho. “No agarra” “¿Cómo que no agarra?”. “¡No, no agarra!” dijo Miguelito haciendo un zapping y lo único que se veía en el televisor eran rayas en todos los canales.
SSSSssssssssssssshhhhhhhhhhhhhh…
wshhhhhhhhh…
ssshhhhhhh.
Ese ruido blanco, ruido a vacío, ganaba terreno y retumbaba en los oídos de Tucho poniéndolo tan nervioso que se paró frente al aparato y le zampó un par de golpes y cachetazos. Pero no hubo resultado, apenas se veían: canal siete que estaba pasando un documental sobre la vida de las hormigas, canal nueve con el programa de chimentos donde ahora hablaban del romance de la estrella travesti, Glenda Glande con un vendedor de choripanes y canal trece donde pasaban la repetición de una novela brasilera. “¡La concha de la lora, se cortó el cable!” gritó Tucho. “¡Ni siquiera agarra el once, que ahora están Los Simpson! Lo voy a buscar al Chileno hijo de puta para que lo ponga de nuevo” dijo Miguelito agarrando de arriba de la heladera la carterita marrón. Miró a la virgencita del clima que estaba con la felpa bién celeste y salió. Tucho se colgó a mirar el documental de las hormigas. Al rato, fue hasta la cocina para prepararse un mate, pero después de varios intentos de prender la hornalla y verificar que el magiclick andaba bien, cayó el la cuenta de que la garrafa estaba vacía, así que resoplando miró el freezer y agarró un pote de crema helada de chocolate. “Total hay un montón” se dijo resignado.
Malinche les había mandado los postres porque se los tenía que sacar de encima. Hacía rato que las cajas del Plan Vida que el partido repartía en el barrio venían sin el correspondiente cartón de leche en polvo y todos andaban comentando que los transaba con la fábrica Selú. El asunto se complicó cuando un concejal de la banca contraria hizo la denuncia. Manolo se enojó y mandó abrir un sumario que terminó archivado por ahí en los confines del lado oscuro del municipio. Al final, la heladería se fundió, pero todavía están los carteles: “¿Anda amargado? ¡Venga a Selú helados!”
La cosa es que al Toto se le ocurrió hacer un acto con alguna excusa y repartir las delicias heladas entre la gente para destacar su presencia en el barrio. En oportunidades anteriores habían declarado de interés cultural, el almacén de Doña Cinda, el puesto de choripanes de la esquina de Warnes y Osorio y la cancha de fútbol del club 12 de Octubre, donde los pibes salieron campeones cinco años seguidos. Esta vez quisieron festejar el día del niño, pero Miguelito recordó que eso es en agosto y estaban en diciembre. Así que decidieron que uno de los tres se iba a disfrazar de Papá Noel y listo el pollo. El Toto contó algo de esto en la intendencia. Parece que la idea prendió en algún asesor y Darío, el Intendente en persona se aparecería por el acto para saludar a los vecinos y de paso comunicar un plan de obras. En realidad para decir que iban a empezar con la construcción de unas cloacas que Quindimil había anunciado unas veinte veces antes. Con todas las obras que anunció Manolo en los últimos años, se podía haber construido un barrio paralelo, así que la gente ya estaba un tanto acostumbrada. Entonces el regordete Santa traería cloacas y helados para todos.
Tucho salió y se sentó en la vereda. Camporita se le puso al lado y parecía una estatua de las que cuidan la entrada del Club de Leones, pero bonsái. Calle de tierra. Más allá la vía, la estación, la calle con asfalto siempre destrozado, la zanja, un galpón abandonado, un charco sucio donde al agua va pudriendo un zapato. Una ráfaga de aire caliente pasó arrastrando el olor de la basura acumulada en la otra esquina. Pañales, restos de comida, un perro muerto, un colchón lleno de moho, botellas rotas y una pila de cartones eran el hogar ideal para las ratas que ya habían formado su propio reino debajo del cartelito que decia: “Prohibido tirar basura”.
Desde la otra cuadra venían Miguelito y el Chileno con una escalera. Al llegar, el hombre del cable subió al poste de luz y reconectó el servicio en un minuto ante la mirada del compañero, que vigilaba con el ceño fruncido y el 38 en la cintura. “Tomatelás… Y la próxima te meto una denuncia en defensa del consumidor” le dijo después de realizado el service. El Chileno trabajó en Multicanal y cuando lo echaron, porque se afanaba los decodificadores, se independizó. El barrio está catalogado como zona roja, no entran técnicos. Entonces, el muchacho hace conexiones truchas y cobra unos veinte mangos al mes por el mantenimiento, diez para él y diez para la comisaría de donde viene la instalación legal.
“¿No llegó el Toto?” preguntó Miguelito. Tucho negó con un gesto. “Hacete unos mates entonces…”. “Se acabó la garrafa” dijo Tucho repitiendo el gesto. “¿Pero que hacen con el gas? ¿Se lo fuman? ¡La concha de la lora… Si la cambié ayer!”. “¡Y que querés si son esas garrafas de mierda del plan social que ya vienen medio vacías! Decile al Toto que traiga un par de la intendencia…” En ese momento entró Anguila con una bolsa de hacer los mandados. “¿Che, que dice la gilada?” No tuvo respuesta. “Recién pasé por la casa de la Amanda y me dio el traje que le encargaron. ¿Vos vas a ser Papá Noel gordo? ¡Te vas a recagar de calor con esto!” le dijo a Miguelito, sacando el gorro de felpa roja y al sonreír mostró sus dientes torcidos. “Decí una boludez más y vos vas a hacer de ciervo que tira del trineo, pendejo…” le contestó el compañero. “Son renos” corrigió Tucho. “¿Lo qué?” preguntaron a coro los otros dos. “Los que tiran del trineo, son renos…”. “¡Me importa tres carajos! Todavía no decidimos quién se pone esto eh, así que vamo´ a tener que sortear…” Se quejó Miguelito. “¡Si te queda pintado gordo!” dijo el pibe agarrando el saco de una tela roja medio arratonada. “Vos, agarrá un tacho y un rollo de carteles y andá a pegarlos por ahí, nene” ordenó Tucho. Anguila obedeció chistando mientras Camporita le hacia fiesta moviendo la cola. “Miguel, no te me vas a retobar ahora, que el traje costó cincuenta mangos, boludo…” dijo Tucho poniendo cara de circunstancia. Miguelito se metió en el baño. Al rato se es-cuchó el fluir del agua del inodoro, se abrió la puerta y apareció Papá Noel en ojotas y con la barba medio torcida. A los dos segundos ya estaba transpirando. El agua no dejaba de correr. Miguelito Noel se miró en el espejo redondo que colgaba de un piolin en medio de la pared. “Ni siquiera tenemos un arbolito y me hacés poner esto, Tucho, que se lo ponga el mocoso…”. “Vos sos el indicado, compañero, te queda de diez, hacelo por la alegría de los pibes, ¡Hacelo por Perón!”. Miguelito Noel se resignó mirando la foto del General montado en su caballo pinto. El agua del baño seguía corriendo. “¡Otra vez pelotudo! ¡Le diste fuerte!” gritó Tucho y Papá Miguel lo miró sin entender “¡Se rompió el cosito de tirar! ¡Mil veces les dije que tiren despacio, que el flotador está flojo! Ahora si no lo arreglo va a estar toda la noche glú, glú, glú y… ¿Sabés como rompe las bolas? Glú, glú, glú…No se puede dormir…” Después de veinte minutos de lidiar con una pinza y un alambre el proble-ma estaba solucionado y sobre el botón del inodoro pusieron hermoso letrero: “Tirar despasito”.
Desde la calle llegaban gritos, Camporita empezó a ladrar como loco y se escucharon varias explosiones. Miguelito agarró el 38 y salió. Los pibes que jugaban al fútbol habían terminado el partido y ahora le tiraban cohetes y petardos al loquito López que pasó corriendo como una ráfaga envuelto en su frazada mugrienta. “¡Che, a ver si se dejan de romper las pelotas con los cohetes que el perro se me pone loco!” gritó y los niños se quedaron paralizados ante la estampa de Papá Noel en ojotas con un pantalón que le quedaba chico, el saco abierto dejando ver la remera de Selú, la barba desencajada y un revólver en la mano. Se fueron corriendo detrás del pobre loco y dos cuadras mas allá empezaron otra vez con la pirotecnia. Los muchachos de la esquina, seguían tomando cerveza al compás de la cum-bia. “¡Gordo, traeme una Play Station!” le gritó el Polaco y todos largaron la carcajada. “¡A tu hermana la voy a dar un regalito!” respondió Miguelito Noel. Se estaba metiendo adentro cuando pasó Chelo con su Fiat 600 a dos por hora. El motor hizo un ruido y se quedó clavado. De la parte de atrás salía un humo negro y el Chelo largó un rosario de puteadas que involucraba al mecánico, a Fiat y algunas piezas del motor. “¡Se la banca la cupé italiana eh!” dijo Miguelito entre risas. “¡Flor de poronga!” gritó el conductor que bajó del auto y le encajó una patada a la puerta. “¿Querés que te llame a la grúa?” gritó el Polaco desde la esquina y su séquito largó la carcajada. “Subila acá a la vereda que te la vigilamos, si la dejas en la calle, en diez minutos te la desmantelan estos hijos de puta…” dijo Miguelito Noel señalando a los muchachos de la esquina. “No, gracias gordo, la voy a empujar hasta acá a la vuelta, a lo de mi cuñado que tiene garaje”. “¿A lo de Meteoro? Hoy anduvo por acá… Te ayudo…” Se ofreció Miguel. La imagen era como una foto de Marcos López.
Un Papá Noel que parecía un refugiado de Kosovo empujando un Fiat 600. Al gordo, le caían las gotas de transpiración por todos lados. “¿Que pasó Papá Noel? ¿Se te quedó el trineo? ¡Pedite un remís!” le gritó un pibe que pasaba en bicicleta. “Son todos verdugos acá, gordo, cualquiera viene y te descansa… No tienen res-peto por nada estos guachos. En otros lugares no pasa. Antes era otra cosa acá, pero no hay cultura, no hay…” comentó Chelo, mientras empujaban “Vos sabes que el otro día, fui con mi novia, la Gaby a un restorán en el centro… Y había unos yankis. Pero mirá vos lo que es el capitalismo, che… ¡Los tipos te comen todo con cuchillo y tenedor! Se pidieron un pollo, loco, y lo dejaron pelado pelado, los huesitos, todo, loco, así como nosotros que lo agarramo´ con la mano, pero con cuchuillo y tenedor, un espectáculo verlos comer a los tipos. La fruta, naranja, manzana, todo con cubiertos, no te agarran nada con las manos, che…y…es gente que tiene otra cultura, viste, están acostumbrados a comer afuera todos los días, es otra cosa, afuera es otra cosa…”
Llegaron a lo de Meteoro, y entraron el auto al garaje. “Gracias Papá Noel” se despidió Chelo y Miguelito volvió a la Unidad Básica reflexionando sobre la cultura. Y un acto para los pibes es cultura.
“Che Tucho… ¿Y si les decimos a los troskos del Centro Cultural que traigan una banda que toque música o le decimos al Corcho o ponemos alguna boludez para los pibes? No sé, digo… títeres o algo de eso…” comentó al llegar. “Miguel sacáte el gorro que se te están quemando las neuronas… Eso es cosa de jipis... ¡Che, ya son casi las dos de la tarde y el Toto no aparece…!” dijo Tucho. Lo llamó al celular pero estaba apa-gado o sin batería. Esperaron un rato. Miguelito puso Crónica TV.
“Y ahora volvemos en directo desde la Municipalidad de Lanús” dijo el cronista y Tucho tuvo un mal pre-sentimiento. “Vemos a la gente que se acerca… acongojada…” seguía el tipo desde la pantalla con un traje gris. “En algunos instantes se espera la llegada de algunas personalidades del Partido Justicialista, se dice también que el ex presidente vendría en horas de la noche para este último adiós…” Tucho y Miguelito se miraron sorprendidos. Escucharon que Toto frenaba la camioneta de la Municipalidad en la puerta. “…El último adiós, repetimos, para este histórico dirigente, quién fuera el presidente del PJ de la Provincia de Buenos Aires…” Crónica mostraba la entrada del edificio municipal en Yrigoyen al 3800 y un grupo de personas que se amontonaba en la puerta. “Esta mañana, a los 84 años, tras una larga enfermedad…” El Toto entró con los ojos llenos de lágrimas. Los tres se miraron, miraron la tele y se abrazaron. Escucharon el latido de sus corazones. El de traje gris continuaba llenando el silencio con sus palabras de tono seco. “…Fallecía quien fue siete veces electo intendente… Este hombre con un fuerte compromiso con los valores del peronismo, don Manuel Quindimil”
“¿Cómo se va a Morir Manolo?” preguntó Tucho mirando la foto de Perón. “¿Y quien carajo va a querer venir a un acto justo mañana? suspiró Papá Noel.