Ejercer el oficio de novio trae consigo ciertas ventajas, pero también unos cuantos problemas. En ésto pensaba Virgilio, sentado en el cordón de la vereda mientras esperaba, ramo de margaritas en mano, a la Eva, su novia que era una muchacha hermosa. En realidad, un poco flaca y no muy linda, bah... Era la única mina que le daba bolilla y a través de los aparatos, los granitos y los anteojos, él era capaz de encontrar su belleza interior. La parejita era tal para cual. Hay quienes aseveran que el amor es ciego, en este caso, también deforme.
En eso cae la Eva y le da la sorpresa: -Hoy vas a conocer a mi familia!
-¿Eehhh...? No, no pará...
-¿Qué, no me querés más...?
-Ssssiiiiperoooo.....
-Pero nada, papá esta haciendo un asado y le dije que le iba a presentar a un amigo, así que te venís y listo. –La cara del muchacho dio una recorrida a la escala cromática.
-Bueeenooo... está bien vamos.-
Al llegar a la puerta de la casa lo invadió una sensación rara, tuvo un escalofrío. -No, no, mejor otro día...-
-Tenés miedo...? Ves que ya no me querés!
Resopló, tragó saliva y entró resignado. La casa, grande y vieja, tenia olor a humedad. Las paredes estaban cubiertas de cuadros y fotos de cualquier clase y tamaño. Un póster de Boca de cuando jugaba Gatti, Palito Ortega, el Gauchito Gil con cintas rojas y fotografías familiares presididas por un cuadro del General, montado en un caballo blanco y otro de su esposa, la abanderada. Notó que el piso de parquet estaba levantado en parte. –Estarán arreglando- pensó. Al costado había un enorme aparador de madera plagado de muñequitos de porcelana, vidrio, plástico, souvenirs de cumpleaños y una imagen de Ramoncito el niño milagroso de Villa Caraza. Todo dispuesto como en un escaparate del mercado de pulgas o una muestra de arte kistch. Por el vidrio roto de una ventana se colaba un haz de luz en el que flotaban infinitas partículas de polvo.
-Vamos, vení que están en el fondo-.
Atravesaron un par de habitaciones y desembocaron en el patio de atrás donde estaba preparada la mesa, con un mantel de polietileno con motivos navideños. El regordete Santa Klaus, inventado por los publicistas de la Coca Cola, sonreía estúpidamente en pleno Octubre.
La madre de la muchacha se acercó, lo miró y saludó con un gesto austero. En un rincón, la abuela, una vieja forrada en negro que parecía una pasa de uva gigante, no prestó atención, se encontraba disfrutando de un pediluvio, palangana de por medio.
Detrás de la pileta Pelopincho, estaba Don Domingo, agachado, poniendo unas maderitas de parquet al fuego. Se levantó, enjugó el sudor de su frente y fue hacia Virgilio que temblaba. Le echó una mirada que le congeló los huesos.
-Así que so amigo de la Evita vo?- Dijo atusando su grueso bigote negro con la mano derecha, mientras con la izquierda se rascaba la enorme panza enfundada en una camiseta blanca ajustada y con un par de agujeritos.
Por un rato largo, larguísimo, nadie hizo más comentarios. El escuálido Virgilio se sentó, pero no podía quedarse quieto, sentía sobre el las miradas inquisidoras. Cruzaba las piernas, para un lado, para el otro. Los brazos ¿Qué hacer con los brazos? Los dejaba colgando, los apoyaba sobre las piernas, detrás de la nuca, cruzados, para un lado, para el otro, otra vez colgando, otra vez cruzados. Lo miraban, lo miraban y no decían nada. Ansiedad. Tensión. El caldo se estaba poniendo espeso...
-Y...El Virgilio es músico mamá...¿Sabía...?
-Así que músico...?-Saltó Don Domingo.
-Ssiii... toca en una banda...
-Así que tenés una orquesta pibe? Mira vó, el abuelo también era músico...A ver...Anda, traéle la guitarra del abuelo traéle...
-No, señor... Eehhh...Yoooo...
-Dale, traéle la guitarra del abuelo y que se toque alguna pieza...
-No papá, el Virgilio toca el bajo.
-Bueh, si toca el bajo, toca la guitarra, si es músico tiene que saber...¿Y que tangos te sabés pibe...?
-¿Eeh? No, yo toco Punk.
-¿Pan? ¿Con manteca o dulceleche? JA JA JA!!! Pan...¿ Y eso que viene a ser...? Mirá, mirá que guitarra, es buena es. La violita del abuelo... Vieja viola... Puta si habrá sonado che... Llevo en mis oídos la más maravillosa música, que es para mi la voz de...
Cuando el muchacho tomo la viola, la sintió pesada, tenía algo adentro. -Dale, tocá, tocáte un clásico –Insistió el gordo padre y no tuvo mas remedio que tocar.
Se despachó con una terrorífica, horrísona y superacelerada versión de Anarquía en el Reino Unido y todos se miraron espantados. La guitarra sonaba rara y la sacudió. Una nube espesa de polvo gris salió de adentro y lo hizo toser. –Antonio! Antonio! El Antonio!- Gritó la nona abalanzándose sobre el instrumento. Le encajó un golpe al pobre infeliz intérprete, que dejó caer la viola. –Uuhh... Mirá vos donde estaban las cenizas del abuelo Antonio...!- Dijeron a coro la Eva y su madre.
Después de otro largo rato de silencio y tensión, Don Domingo abrió la boca:- Me imagino que no vas a tomar vino vos, ¿No? –Mientras se servía un vaso de tinto.
-Esto... esto es para machos pibe.
El estómago de Virgilio soltaba unos ruidos extraños. Se moría de hambre y los nervios lo empeoraban. En eso, la nona que lo miraba con odio y resentimiento desde el incidente, le sirvió un vaso de granadina con soda y se lo pasó. –Sale humo del vaso? No, no puede ser, son mis nervios...-pensó. Se lo tomó de un trago y la vieja pasa de uva largó una fuerte carcajada. Se le vio el único diente.
Entonces la madre de Eva sirvió una bandeja con el asado y Virgilio se lanzó sobre él. Así, con las manos y masticó y tragó. Masticó y tragó desesperado. La cara le brillaba por la grasa. Carne, ensalada , huesos, platos, vasos, botellas. Arrasaba con todo cuanto había a su alcance. Masticaba con la voracidad de una fiera, un monstruo.
Lo disfrutaba. Tragaba ante la sorpresa y el susto de su noviecita indefensa. Comió y comió con fruición, poseído por el demonio de la gula, sin prestar atención a los gritos, sin hacer caso de nada.
Al rato, más calmado, escupió un pedazo de algo. Era un dedo de Don Domingo. Eructó y mirando a la Eva, pálida y dura como una estatua, le dijo:-Que tierna tu familia!
En eso cae la Eva y le da la sorpresa: -Hoy vas a conocer a mi familia!
-¿Eehhh...? No, no pará...
-¿Qué, no me querés más...?
-Ssssiiiiperoooo.....
-Pero nada, papá esta haciendo un asado y le dije que le iba a presentar a un amigo, así que te venís y listo. –La cara del muchacho dio una recorrida a la escala cromática.
-Bueeenooo... está bien vamos.-
Al llegar a la puerta de la casa lo invadió una sensación rara, tuvo un escalofrío. -No, no, mejor otro día...-
-Tenés miedo...? Ves que ya no me querés!
Resopló, tragó saliva y entró resignado. La casa, grande y vieja, tenia olor a humedad. Las paredes estaban cubiertas de cuadros y fotos de cualquier clase y tamaño. Un póster de Boca de cuando jugaba Gatti, Palito Ortega, el Gauchito Gil con cintas rojas y fotografías familiares presididas por un cuadro del General, montado en un caballo blanco y otro de su esposa, la abanderada. Notó que el piso de parquet estaba levantado en parte. –Estarán arreglando- pensó. Al costado había un enorme aparador de madera plagado de muñequitos de porcelana, vidrio, plástico, souvenirs de cumpleaños y una imagen de Ramoncito el niño milagroso de Villa Caraza. Todo dispuesto como en un escaparate del mercado de pulgas o una muestra de arte kistch. Por el vidrio roto de una ventana se colaba un haz de luz en el que flotaban infinitas partículas de polvo.
-Vamos, vení que están en el fondo-.
Atravesaron un par de habitaciones y desembocaron en el patio de atrás donde estaba preparada la mesa, con un mantel de polietileno con motivos navideños. El regordete Santa Klaus, inventado por los publicistas de la Coca Cola, sonreía estúpidamente en pleno Octubre.
La madre de la muchacha se acercó, lo miró y saludó con un gesto austero. En un rincón, la abuela, una vieja forrada en negro que parecía una pasa de uva gigante, no prestó atención, se encontraba disfrutando de un pediluvio, palangana de por medio.
Detrás de la pileta Pelopincho, estaba Don Domingo, agachado, poniendo unas maderitas de parquet al fuego. Se levantó, enjugó el sudor de su frente y fue hacia Virgilio que temblaba. Le echó una mirada que le congeló los huesos.
-Así que so amigo de la Evita vo?- Dijo atusando su grueso bigote negro con la mano derecha, mientras con la izquierda se rascaba la enorme panza enfundada en una camiseta blanca ajustada y con un par de agujeritos.
Por un rato largo, larguísimo, nadie hizo más comentarios. El escuálido Virgilio se sentó, pero no podía quedarse quieto, sentía sobre el las miradas inquisidoras. Cruzaba las piernas, para un lado, para el otro. Los brazos ¿Qué hacer con los brazos? Los dejaba colgando, los apoyaba sobre las piernas, detrás de la nuca, cruzados, para un lado, para el otro, otra vez colgando, otra vez cruzados. Lo miraban, lo miraban y no decían nada. Ansiedad. Tensión. El caldo se estaba poniendo espeso...
-Y...El Virgilio es músico mamá...¿Sabía...?
-Así que músico...?-Saltó Don Domingo.
-Ssiii... toca en una banda...
-Así que tenés una orquesta pibe? Mira vó, el abuelo también era músico...A ver...Anda, traéle la guitarra del abuelo traéle...
-No, señor... Eehhh...Yoooo...
-Dale, traéle la guitarra del abuelo y que se toque alguna pieza...
-No papá, el Virgilio toca el bajo.
-Bueh, si toca el bajo, toca la guitarra, si es músico tiene que saber...¿Y que tangos te sabés pibe...?
-¿Eeh? No, yo toco Punk.
-¿Pan? ¿Con manteca o dulceleche? JA JA JA!!! Pan...¿ Y eso que viene a ser...? Mirá, mirá que guitarra, es buena es. La violita del abuelo... Vieja viola... Puta si habrá sonado che... Llevo en mis oídos la más maravillosa música, que es para mi la voz de...
Cuando el muchacho tomo la viola, la sintió pesada, tenía algo adentro. -Dale, tocá, tocáte un clásico –Insistió el gordo padre y no tuvo mas remedio que tocar.
Se despachó con una terrorífica, horrísona y superacelerada versión de Anarquía en el Reino Unido y todos se miraron espantados. La guitarra sonaba rara y la sacudió. Una nube espesa de polvo gris salió de adentro y lo hizo toser. –Antonio! Antonio! El Antonio!- Gritó la nona abalanzándose sobre el instrumento. Le encajó un golpe al pobre infeliz intérprete, que dejó caer la viola. –Uuhh... Mirá vos donde estaban las cenizas del abuelo Antonio...!- Dijeron a coro la Eva y su madre.
Después de otro largo rato de silencio y tensión, Don Domingo abrió la boca:- Me imagino que no vas a tomar vino vos, ¿No? –Mientras se servía un vaso de tinto.
-Esto... esto es para machos pibe.
El estómago de Virgilio soltaba unos ruidos extraños. Se moría de hambre y los nervios lo empeoraban. En eso, la nona que lo miraba con odio y resentimiento desde el incidente, le sirvió un vaso de granadina con soda y se lo pasó. –Sale humo del vaso? No, no puede ser, son mis nervios...-pensó. Se lo tomó de un trago y la vieja pasa de uva largó una fuerte carcajada. Se le vio el único diente.
Entonces la madre de Eva sirvió una bandeja con el asado y Virgilio se lanzó sobre él. Así, con las manos y masticó y tragó. Masticó y tragó desesperado. La cara le brillaba por la grasa. Carne, ensalada , huesos, platos, vasos, botellas. Arrasaba con todo cuanto había a su alcance. Masticaba con la voracidad de una fiera, un monstruo.
Lo disfrutaba. Tragaba ante la sorpresa y el susto de su noviecita indefensa. Comió y comió con fruición, poseído por el demonio de la gula, sin prestar atención a los gritos, sin hacer caso de nada.
Al rato, más calmado, escupió un pedazo de algo. Era un dedo de Don Domingo. Eructó y mirando a la Eva, pálida y dura como una estatua, le dijo:-Que tierna tu familia!
1 comentario:
¡Al fin se huele el humito 'e la parriya acá en el ciber espeis!
Tu est bienvenu choripain sociel.
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